Normalmente mis clientes me encargan la sesión de fotos cuando el proyecto está terminado, cuando los acabados están rematados e incluso cuando los han decorado. En esos casos, mi “modelo” es el resultado final de muchos meses de trabajo sobre plano y obra, de muchas manos aportando su experiencia y de la creatividad aplicadas en dosis más o menos altas.
Sin embargo hace poco recibí un encargo interesante. La inmobiliaria ICUADRA, que desarrolla proyectos a lo largo de todo Chile, me pidió que, además de las fotos habituales, hiciera algunas paradas en sus proyectos en construcción, para registrar, de una forma algo más artística y atractiva, el avance de las obras. Querían mostrar una de las fases del proceso que no se suele ver.
Y la verdad, estoy entusiasmado con el resultado. Y es que en la tosquedad y la rudeza de la obra hay una belleza inesperada. Los esqueletos metálicos invitan a imaginar en qué se van a convertir y desafía el pensar en qué parte del condominio se van a transformar todos esos socavones de tierra que a simple vista parecen el caos.
Me ha gustado compartir unas horas con los maestros que trabajan el hormigón y los forjados. Fueron modelos inesperados en su propia obra maestra, de la que, por cierto, muy pocas veces reciben el reconocimiento.